El olvido que seremos: reseña de la peli

El olvido que seremos es una película de 2020 dirigida por Fernando Trueba y basada en la novela homónima de Héctor Abad Faciolince. La historia es la del padre del escritor, Héctor Abad Gómez (Javier Cámara), médico, profesor universitario y activista político en Medellín en los años en que Colombia era un país peligroso con organizaciones paramilitares por todas partes y un gobierno que no tenía la fuerza o la voluntad para hacer algo en propósito.

La historia se centra sobre todo en el vínculo entre el padre Héctor y su hijo, este último interpretado por Nicolás Reyes Cano en lal parte ambientada a principios de los setenta y por Juan Pablo Urrego en lo que se desarrolla en los ochenta. Único varón de la familia, pero con cinco hermanas, su padre lo tenía en mucha consideración desde pequeño, y él lo veía como un verdadero héroe. De hecho, no creo que la película pretenda mostrar a Héctor Abad de manera objetiva, sino solo su figura vista a través de los ojos de su hijo. Así que lo vemos siempre sonriendo, siempre capaz de decir lo correcto en el momento adecuado, siempre al servicio de los demás.

En más de dos horas de película hay tiempo de sobra para presenciar numerosos hechos familiares que inevitablemente se entrelazan con los de Colombia y sus enormes problemas de salud y políticos. Sería inútil resumir la trama, es suficiente subrayar cómo Fernando Trueba logre enamorarnos de todos los personajes que vemos en pantalla con su guión y su hábil dirección, a pesar de que son muchísimos (ocho solo considerando a Héctor, su mujer y sus seis niños)!

A pesar de esto, algunas cosas de la peli no me convencieron particularmente, como la de la estructura de tiempo no lineal. La película comienza en Turín en 1983 cuando llega la noticia al hijo de Héctor de que su padre debe jubilarse de la Universidad. Luego hay un largo flashback en los años setenta, y luego nuevamente brevemente en Turín antes de un otro salto a los ochentas. ¿Por qué? No vi una razón real, de hecho, el episodio de Turín no tiene ninguna consecuencia en el resto de la peli.

Por otro lado, me gustó la estructura de los recuerdos del pequeño Héctor que a veces se pierden en detalles que a primera vista son insignificantes, y en otras ocasiones logran captar mucho más de lo que los adultos creen que el niño puede entender.

Pero sobre todo la historia en sí cautiva, con el personaje de Javier Cámara (que vivió unos meses en Colombia para afinar su acento) emergiendo como un gigante en un país plagado de mil problemas. No era un extremista, pero ciertamente era capaz de llevar a cabo sus ideas y transmitir sus valores a los miembros de la familia y a cualquier persona que tuviera la suerte de tener algo que ver con él.

Creo que es importante ver El olvido que seremos y conseguir que no se pierda el recuerdo de una persona tan positiva como Héctor Abad Gómez. No he leído el libro, pero supongo que la película es una fiel adaptación (¿quizás demasiado? En mi opinión hay varias cosas que podrían haberse eliminado y el ritmo de la peli habría mejorado). Ganadora del Premio Goya a la Mejor Película Iberoamericana, recomiendo verla sin duda: imperfecta, pero emocionante y con una Cámara inmenso. Ciao!


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